#ImagenDeLaSemana | Ricardo Jiménez, No hay más héroes

Un observador silencioso

La Soledad, el juego, personajes que transitan miran ensimismados el televisor, el interior del paisaje de un cuadro.

Imágenes que describen maneras de estar en la ciudad o en el mundo con intimidad y sosiego, Visiones preferentemente nocturnas, aunque aquí la noche no esté asociada a la exacerbación de los sentidos, ni a la incertidumbre existencial. Fotografías donde los personajes transmiten atención en si mismos y en las cosas que los rodean: ellos comunican paz y equilibrio en sus relaciones y, lo que es más interesante, están o parecieran estar en silencio.

El silencio es la idea (temática, estética) que da unidad a los trabajos de Ricardo Jiménez. Aquí el sujeto es captado en una atmósfera de interioridad. La luz es suave y tiende hacia la gama de grises.

Cuando se trata de iluminaciones contrastadas no se persigue ningún afán simbólico; el posible dramatismo del claroscuro es representado con gran naturalidad. En los planos amplios y frontales de estas fotografías, la composición busca resolverse en general hacia la idea de reposo. Las situaciones son sencillas y escuetas como si fueran conjugadas en infinitivo. Pensemos en algunas de las mejores fotos: los dos dependientes de un hotel que miran con gran atención la TV: el motorizado de rostro apacible, de pie frente al fotógrafo, en una noche de celebración religiosa: la zapatería solitaria al final de la tarde. Imágenes de gran tranquilidad no exentas de cierto lirismo místico. Articulación de elementos plásticos que convergen en una sola sugerencia: el silencio. Pero cuando digo silencio, no me refiero al propio de un mudo. Hablo de aquel que Heidegger caracteriza como un modo del habla.

Un silencio que es atributo del buen hablar, que permite la comprensión del ser, del mundo y los demás hombres.

Ahora bien, el silencio sugerido por estas imágenes tiene al mismo tiempo que ver con una manera particular, por parte del fotógrafo, de relacionarse con el mundo. Es evidente la aplicación en estas fotos de esa técnica del reportaje que consiste en atrapar la realidad en vivo, pero en estos trabajos se trata de una simple proximidad con el género: la mirada del fotógrafo no es la de un analista en busca de posibles explicaciones. La emoción, lo sentimental. pesa sobre la razón en estas imágenes.

Al fotógrafo no le preocupa captar el momento decisivo: la realidad no es reducida en estos casos a su posible esencia. Resulta poderosamente interesante que, a pesar de ser el sujeto de estas fotos el hombre común, anónimo de ciudades y pueblos, en ningún momento el fotógrafo haga concesiones a los estereotipos de la violencia social; tan comunes en la fotografía hecha por latinoamericanos. El alejamiento de aquellas simplificaciones sociologizantes parece ser un signo de estos tiempos, se ha desplazado el centro de interés y en cierto sentido estas fotos lo comprueban. El fotógrafo, Ricardo Jiménez es una suerte de hombre de paso, un observador silencioso que mira a su entorno sin pensar, necesariamente, en la significación o en la importancia de lo que mira. Quizás por eso estas imágenes resultan tan naturales, la poesía – que en ellas es innegable – es de gran modestia.

Igor Barreto.

Ricardo Jiménez, No hay más héroes (2004).

Ricardo Jiménez nace en Caracas el 15 de octubre de 1951. En 1975 mientras estudia psicología en la UCV, se interesa en la fotografía, al año siguiente realiza un curso de alto contraste donde tiene por profesor a Alexis Pérez Luna. En 1977 viaja a Londres donde estudia fotografía en prestigiosos institutos en esa especialidad. En 1993 inicia una serie de imágenes de la ciudad desde el automóvil, titulada Desde el carro. Más tarde, en el año 2001 expone una nueva serie llamada Bitácora en el Centro de Fotografía, Conac, en Caracas. En el 2014 exhibe Carreteras nocturnas en el Ateneo de Caracas.