José Voglar & Maribel Briceño: El lenguaje del color

Por Johanna Pérez Daza

‘Entre rojos y azules’, Maribel Briceño (Carabobo, 1962).

‘Entre rojos y azules’, José Voglar (Carabobo, 1955).

‘No hay un rojo más intenso que los grises del Guernica’ canta Jorge Drexler (Décimas para el Guernica’, 2017). ‘Rojo como el cielo’ es una producción cinematográfica italiana dirigida por Cristiano Bortone (Rosso come il cielo, 2006). La frase de una canción y el título de una película parten del color no solo para ilustrar una idea, sino para evocar sensaciones y despertar inquietudes mediante la intencionada incongruencia que quiebra la relación lógica y desafía el parecer común. El color resulta el elemento central que atrae a pesar de -o, justamente por- los contrastes.

Lo anterior ocurre también en la exhibición ‘Entre rojos y azules’ de los artistas Maribel Briceño (Carabobo, 1962) y José Voglar (Carabobo, 1955), recientemente inaugurada en galería Kocka de Novo Mesto (literalmente ‘Ciudad nueva’), Eslovenia. Sin casualidad ni azar esta nueva ciudad es el territorio que empiezan a recorrer y explorar estos dos artistas de origen venezolano. Para esto, establecen un diálogo entre sus trabajos que les permita ensanchar la conversación y enlazar geografías y culturas.

El color vibrante del Caribe despliega su variedad de tonos a través de las fotografías que cada uno presenta. Veintisiete piezas conforman ‘Jinetes de arena y sal” de Voglar, mientras que Briceño expone ‘Fui pequeña’  compuesta por doce fotografías y dos impresiones de pinturas. Los estilos, búsquedas y conceptos de cada autor son diferentes, sin embargo el color resulta el puente que comunica ambas propuestas y se extiende ante el espectador como invitación a explorar y reconocer a la inversa, a acercarse a la luz de otros lugares y adentrarse en su paleta cromática.

La obra de Briceño demanda mirar con cautela, distinguir ilusiones hábilmente construidas en las que se inserta la autora al recrear fantasías y situaciones que resultan extrañas. Reconoce la influencia de Henry Matisse a quien brinda un elegante homenaje que es también un guiño al observador. Comenta sus intenciones, proceso de investigación y manufactura que implican largas horas de trabajo para “crear espacios alterados mediante el uso de la perspectiva de la manera ‘equivocada’ o ‘invertida’, generalmente ubicando el punto de fuga en el ojo del espectador; para ello elaboro maquetas tergiversas, las cuales, al ser leídas por el lente de mi cámara, son traducidas en imágenes planas o “extrañas, en las cuales hay algo que no anda bien”.

Por su parte, José Voglar se detiene en el paisaje y sus amplias posibilidades compositivas. Su ojo entrenado y acucioso es capaz de capturar lo efímero y sutil, desnudar la realidad física y humana del territorio y trasladar al espectador a lugares que de tanta belleza también parecen irreales. El viento y la quietud alternando posiciones; el cielo indomable y encendido, la presencia humana -diminuta y transitoria- situada frente al espejismo de la vida contenida en el mar. Todos estos aspectos convergen en estas imágenes que cautivan y llaman a la contemplación silenciosa incapaz de competir con lo connotado.

Ambos cuerpos de trabajo pueden interpretarse como una ruta de doble sentido, como un viaje de reconocimiento mutuo pero, sobre todo, como un lenguaje que sustituye la palabra por el color, ya que en su diversidad, éste les permite expresar pensamientos y sentimientos, dialogar mediante la fuerza, los matices y tonos que van tiñendo lo visible.

Es la primera vez que estos artistas exponen conjuntamente en Eslovenia. Anteriormente, Voglar participó en la exhibición itinerante ‘Rumores y ecos’ (1999) con fotografías de parques nacionales venezolanos y del libro ‘Solamente’.

La exposición que estará abierta al público hasta  el 31 de mayo, se inscribe en el proyecto MED RDEČAMI IN MODRIMI, el cual “busca hacer coincidir, en un mismo tiempo y lugar, dos aproximaciones muy distintas al estudio del espacio. Maribel Briceño se vale de sus recuerdos y juegos infantiles para crear espacios donde problematiza la perspectiva y el tiempo. Por su parte, José Voglar muestra espacios abiertos como ambiente vital de los “peñeros”, pequeñas embarcaciones de madera, comunes en los mares e islas venezolanas y su relación con el silencio, el reposo y la amplitud. Es de hacer notar que este es el primer proyecto expositivo en tierras eslovenas de este par de artistas recién llegados de Venezuela. Sirva entonces de carta de presentación y de prólogo a futuras propuestas”, se lee en el texto de sala.

Johanna Pérez Daza