Ventanas y encuentros virtuales para mitigar la ausencia del otro Por Johanna Pérez Daza
“Los otros todos, que nosotros somos”
Octavio Paz
Ventanas, pantallas, mascarillas y objetos sanitarios van hilvanando la estética de la pandemia COVID-19 que irrumpió este 2020 sumiendo al mundo en un complejo e incierto escenario. ¿Qué nos dicen las imágenes, las metáforas y representaciones visuales de este momento histórico?
Miramos desde la ventana. Observamos otras ventanas.
Imaginamos historias para acompañar nuestra soledad.
Reenfocamos el rostro de nuestros vecinos.
Descubrimos el valor de la mirada, las posibilidades de enmarcar un fragmento de realidad que nos permita asomarnos y asombrarnos ante lo cotidiano, frente a la vida diaria que se abre paso y sigue su curso aunque cambien nuestras circunstancias.
Apreciamos nuestras ventanas. Sus encuadres nos reencuentran con aquello que ahora luce absurdamente lejano. Añoramos el verde, el sol, el viento, el susurro de la naturaleza tantas veces inadvertido.
En este escenario, las ventanas son intermediarias de nuestra relación con el entorno, nos devuelven un trozo del exterior repentinamente arrebatado. Sin embargo, la mirada sigue hurgando, se escurre curiosa.
Con disciplina repasamos calles y avenidas, y advertimos el escaso dinamismo que ralentiza el entorno y se extiende a nuestros sentidos.
En estos momentos las ventanas cobran nuevo sentido, su presencia resulta sanadora. Nos ofrecen un medio de observación, pero también de creatividad y creación.
Han sido un tema recurrente en el arte. En la fotografía, concretamente, han generado formas de ver y mirarnos. Espejos y ventanas como propuso Jhon Szwarkoski. La fotografía como ventana permite asomarse al mundo exterior, mientras que como espejo refleja sentimientos y emociones.
Esta dualidad fotográfica ha inspirado numerosas propuestas que remiten al diálogo entre las dimensiones internas y externas que nos caracterizan. No es casual entonces que una de las primeras fotografías —entonces denominada heliografía— de las que se tenga registro haya sido capturada en 1826 por Nicéphore Niépce desde la ventana de su granero. Conocida como “Le Point de View de la Fenêtre du Gras” (“Punto de vista desde la ventana de Le Gras”), esta borrosa imagen muestra la necesidad humana de mirar y conectarse con el exterior, de intentar atrapar una porción de tiempo y espacio, confrontar la fugacidad y rebatir lo efímero y perecedero de cuanto nos rodea.
Punto de vista desde la ventana de Le Gras (Joseph Nicéphore Niépce, 1826).
1 Este artículo forma parte de un trabajo más extenso publicado en la revista temas de Comunicación N° 40, semestre enero-junio 2020. Disponible en: http://revistasenlinea.saber.ucab.edu.ve/temas/index.php/temas/article/view/4598
Más adelante sería Louis Daguerre quien, en 1838, realizaría Vistas del Boulevard du Temple dos de los primeros daguerrotipos conocidos: “En realidad se trata de dos tomas con idéntico encuadre (la historiadora Shelley Rice dice que fueron tres), efectuadas el mismo día, pero lógicamente separadas por un cierto espacio de tiempo (tal como indica la diferente orientación der las sombras): Daguerre apostó su cámara a través de una de las ventanas del piso-estudio en el que residía, colindante al Diorama, tal como solían hacer con frecuencia Niépce y Fox Talbot, siguiendo tal vez una intuición fotográfica que luego ha llevado a identificar la percepción a través del visor de la cámara como la obtenida a través de una ventana” (Fontcuberta, 2010, p.105)
Vista 1. Boulevard du Temple (Louis Jacques Mandé Daguerre, 1838)
Vista 2. Boulevard du Temple (Louis Jacques Mandé Daguerre, 1838)
2 Disponible en: https://periodistas-es.com/intrahistoria-de-una-foto-de-culto-la-ventana-de-le-gras-39802
3 Disponible en: https://www.zoomescuela.com/boulevard-du-temple-solo-enganando-podemos-alcanzar-cierta-verdad/
Innumerables proyectos artísticos y propuestas fotográficas han tomado la ventana como tema central, desde la forma o el contenido se ha explorado como marco de registro y representación. Ahora, en el contexto de la pandemia COVID-19 nos afianzamos y reconocemos como voyeurs de la cotidianidad. Abundan imágenes desde alguna ventana en cualquier lugar del mundo en un intento por asomarnos y reconectar con el exterior, de establecer un puente que nos comunique y extienda la interioridad como señal de existencia y permanencia, como quien lanza una señal: “aquí estamos”, “seguimos”.
No ha de extrañar que en este escenario, el Festival PhotoEspaña (PHE) realizara la convocatoria online #PHEdesdemibalcón como antesala a la edición 2020. La idea de relatar el confinamiento visto desde cientos de ciudades y con la intención de conformar “el vecindario más grande del mundo” recibió “más de 63.000 imágenes subidas a Instagram con el hashtag y la implicación de 50 ciudades españolas que se convertirán durante el verano en sedes de PHotoESPAÑA 2020 recogiendo en balcones y ventanas las fotografías de sus vecinos”, según se lee en su portal web:
“Desde el Renacimiento, el Barroco o el Romanticismo encontramos ejemplos como la representación de una espera en el emblemático Woman at a Window de Caspar David Friedrich en 1822.
Más adelante, un jovencísimo Salvador Dalí pintó una de sus obras más reconocidas Figura en una finestra en 1925. A principios del siglo XX, Picasso redirigió el curso del arte moderno con la llegada del cubismo. Pero la ventana continuó presente, como podemos ver en Mujer sentada ante una ventana, de 1937.
Muchos son los autores que nos sirven de inspiración: Berthe Morisot. The Artist’s Sister at a Window. 1869; Henri Matisse. Open Window, Collioure. 1905; Aurelio Arteta. Niña en la ventana. c. 1920; René Magritté. La Clef des champs. 1936; Edward Hopper. Cape Cod Morning. 1950.
En la Historia de la Fotografía, como no podía ser de otra manera, encontramos una infinidad de trabajos de autores que han reflexionado en torno al espacio interior y exterior. Desde la primera fotografía Point de vue du Gras de Nicéphore Niépce tomada desde la ventana de su casa en junio de 1826, hasta la actualidad: Lee Friedlander. Maria, New York. 1959; Adriana Lestido. El amor. 1992-2005; Alessandra Sanguinetti. The models. Buenos Aires. 2000; Sarah Jones. The Bedroom. 2002; Alberto García Alix. Al final del pasillo. 2002, y un largo etcétera”.
Un largo etcétera que se diversifica en la virtualidad de las relaciones. Nuestros rostros reenmarcados, se presentan en cuadrículas, múltiples ventanas, colmenas, mosaicos que delinean un nuevo rostro que, sin embargo, sigue siendo el mismo.
Para Álex Vicente la pantalla partida es la “metáfora visual de la pandemia”. Jorge Carrión afirma que “la imagen de la cuadrícula de rostros de Zoom resume lo que somos en estos momentos: una colmena infinita y virtual”. Desde el humor Luis Yslas sostiene que “las reuniones virtuales nos han convertido en una versión casera de los Muppets: ya solo existimos cada vez más peludos y de la cintura para arriba”. Bajo otra óptica, Juan Villoro alerta: “La única solución frente al coronavirus es estar al margen; ser nosotros también invisibles”
Un coro ensaya en Zoom (Agencia Reuters, 2020)
6 Disponible en: https://elpais.com/cultura/2020/05/08/babelia/1588959530_172740.html?ssm=TW_CC
7 Disponible en:: https://www.nytimes.com/es/2020/05/09/espanol/opinion/zoom-coronavirus.html
8 @luisyslas, 11/5/2020
9 Disponible en:: https://www.theclinic.cl/2020/05/08/juan-villoro-la-unica-solucion-frente-al-coronavirus-es-estar-al-margen-ser-nosotros-tambien-invisibles/
¿Cómo asumir y entender este nuevo “Yo”? ¿Cómo caracterizar el “nosotros” transformado, expandido y virtualizado? Pareciera que, de repente, nos hemos vuelto ubicuos, pero sin cuerpo tangible, sin olor, sin la posibilidad tocarnos, de respirar el mismo aire y mirarnos directamente a los ojos. Participamos en encuentros virtuales que nos recuerdan que estamos presenciando la ausencia del otro. Así de paradójica y confusa es esta realidad o —como la llaman algunos— esta “nueva normalidad” en la que parece haber pocos protagonismos individuales y mayor consenso colaborativo.
Por otro lado, la biblioteca se ha trasformado en telón de fondo de la cuarentena. En un artículo publicado en El País, Mercedes Cebrián desmenuza lo que las estanterías de libros dicen de sus dueños: “Los libros se han convertido en el decorado obligatorio en toda videollamada o entrevista televisiva. ¿Qué dicen sobre quiénes somos y por qué los ponemos en escena?”
Pedro Almodóvar, durante su entrevista en ‘Late Motiv’ (Movistar +), en abril. En su biblioteca se detecta una monografía de Català Roca (1), otra de Manolo Blahnik (2), el catálogo de la exposición ‘Dalí’ en el Reina Sofía (3), otro sobre Goya (4) y distintos volúmenes de iconografía publicitaria (5).
Análisis de Mercedes Cebrián (El País, 2020)
10 Disponible en:
https://elpais.com/cultura/2020/05/12/babelia/1589297557_790726.html?fbclid=IwAR3v7CheIUKIEqQgsSaezVVoMllUcojKIRKkXzJHO6R4Es9Ib7kaLhGfCIk
En El beso de Judas (1997) Joan Fontcuberta afirmaba que las apariencias han sustituido a la realidad. Posteriormente, en La furia de las imágenes (2016) ampliaría algunas ideas relacionándolas con el entorno digital: “Estas nuevas ventanas nos abocan al conocimiento inmediato y completo de los acontecimientos, de tal forma que tenemos la sensación de estar dentro de la Historia, pero sin la posibilidad de controlarla. Como reacción, el individuo se instala en un presente cambio constante, un presente que conlleva la abolición del pasado, por fugaz, y de lo venidero, por inimaginable, y que por tanto acarrea la pérdida de conciencia histórica y el descrédito del futuro” (Fontcuberta, 2016, p. 22)
Los proyectos visuales surgidos en medio de la pandemia del COVID-19 abren nuevas posibilidades en cuanto a las representaciones visuales y las condiciones de aproximación y acercamiento a la imagen y la obra de arte, lo que conlleva una nueva práctica que el tiempo irá decantando. En todo caso, en lo inmediato se diversifica la experiencia a partir de la mediación tecnológica, lo que conlleva no solo a proyectos surgidos al calor de las circunstancias actuales, sino también a versiones, reinterpretaciones y adaptaciones de iniciativas previas que se irán incorporando a las plataformas digitales, sucintándose otras relaciones y procesos a los que vale estar atentos.
Falta que la nube de polvo se asiente y nos permita ver las dimensiones de esta situación, el alcance e impacto de la pandemia COVID-19 en las distintas esferas. Las metáforas, discursos y representaciones visuales van perfilando algunos rasgos. Desde la comunicación y la cultura —las dos caras indivisibles de una misma moneda— tanteamos estos cambios, intuimos estas trasformaciones y le damos orden para tratar de entender (nos) y encontrar (nos) con “los otros todos, que nosotros somos” (Octavio Paz). Registrar, interpretar, recrear, informar, denunciar son posibilidades de la imagen que hoy reafirman su valor en un loable y necesario intento por comprender nuestras actuales circunstancias y mitigar la ausencia del otro pues, al final de cuentas y contra todo pronóstico, seguimos siendo seres sociales.
11 Disponible en:
https://elpais.com/cultura/2020/05/12/babelia/1589297557_790726.html?fbclid=IwAR3v7CheIUKIEqQgsSaezVVoMllUcojKIRKkXzJHO6R4Es9Ib7kaLhGfCIk
Referencias bibliográficas
-Fontcuberta, J. (1997). El beso de Judas: fotografía y verdad. Editorial Gustavo Gili, España.
– (2010): La cámara de Pandora. La fotografía después de la fotografía. Editorial Gustavo Gili, España.
– (2016). La furia de las imágenes: Notas sobre la postfotografía. Galaxia Gutenberg, España.